lunes, 18 de abril de 2011

La Leche y los Lácteos

La leche es el primer alimento que el ser humano, como todas las crías de los mamíferos, recibe desde el inicio de su vida extrauterina, y resulta ser el alimento completo que cubre todas las necesidades nutricionales en la primera etapa de la vida (0-6 meses de edad), siempre y cuando sea la leche de su propia especie, la especie Humana. Cuando nacemos nuestro aparato digestivo no está formado y por ello es importante que nos alimenten con leche materna. A través de la porosidad intestinal propia del recién nacido se absorben los nutrientes de este alimento.

Cuando nos empiezan a salir los dientes, perdemos la enzima que digiere la leche, ya que estamos preparados para comer más sólido. Es ahora cuando se empieza a introducir otros alimentos con mucho cuidado, ya que nuestro aparato digestivo todavía está inmaduro y muy permeable. Entre estos alimentos uno de los favoritos es la leche de vaca, y con ésta comienzan muchos de los problemas de salud que arrastramos durante toda la vida.

La vaca ha sido llamada la madre adoptiva de la especie humana, debido al uso exagerado que se ha dado a su leche como alimento para la humanidad, a pesar de que la leche de vaca difiere muchísimo de la leche de mujer. Aunque sea la más consumida, la composición de la leche de vaca es ideal para los terneros, pero no para los humanos. Por eso, en las fórmulas lácteas para alimentación infantil, se modifica la composición de la leche de vaca, con el fin de asemejarla a la de la leche humana.

La leche humana es la más pobre en proteínas y calcio de todas las leches. Sin embargo, es la más rica en ácidos grasos monoinsaturados (aceite de oliva) y poliinsaturados, necesarios para el desarrollo del cerebro humano. En cambio, la leche de vaca contiene más del triple de proteínas y de calcio que la leche humana, aunque menos grasas e hidratos de carbono. Sus glóbulos de grasa son muy grandes, y tienden a flotar formando la nata. Esto hace que la digestión de la leche de vaca en su estado natural sea más lenta que la de otros mamíferos.

En la leche de vaca, la Caseína representa aproximadamente el 80% del total de proteínas, y las Proteínas del Suero el 20% restante.En la leche humana se distribuyen en solo un 20% de Caseína, y el mayor porcentaje, 80% de Proteínas del Suero, al revés de lo que presenta la leche de vaca.La excesiva cantidad de caseína de la leche de vaca neutraliza la acidez gástrica favoreciendo las infecciones intestinales. Además, se coagula en grumos gruesos que no pueden ser bien digeridos por el lactante.

La leche de vaca contiene una estructura molecular demasiado grande para el bebé (sólo hay que ver el tamaño de un ternero y el de un bebé). Las proteínas de la leche de vaca modificada por la industria para bebés, permanecen en el estómago durante 60 minutos, mientras que las de la leche de mujer solo permanecen 15 minutos. La leche de vaca tiene la capacidad de permeabilizar el aparato digestivo del ternero para que los nutrientes de ésta se absorban debidamente. El mismo efecto ocurre cuando se alimenta con leche de vaca a un bebé. A través de esta permeabilidad se absorben unas moléculas demasiado grandes que ponen el sistema inmunológico del bebé en estado de alerta, lo cual puede causar inflamación crónica, alergias y, con el tiempo, debilitar el sistema inmunológico.

Es interesante notar también que, en la leche de vaca, se destaca la presencia de la Beta-Lactoglobulina, la proteína sérica cuantitativamente más importante de la leche de vaca, que no se encuentra en la leche humana, y a la cual se le ha atribuido un poderoso efecto alergénico. Es probable que por ser una proteína ausente en la leche humana, el bebé no posea la capacidad y las enzimas necesarias para su digestión, y cuando se le suministra leche de vaca esta proteína llega al intestino sin modificación, como cualquier proteína extraña. Las proteínas extrañas llegan hasta el intestino delgado intactas, produciendo una sensibilización prematura que puede ser una causa importante en el desarrollo de asma y eczema infantiles. Estas repercusiones suelen acompañar al individuo durante toda la vida, aunque sus manifestaciones varían. Por ejemplo:

En el bebé puede presentar cólicos, problemas de oído y catarros continuos.

De niño, los síntomas suelen manifestarse en terrores nocturnos, asma o hiperactividad.

En la adolescencia puede aparecer acné, depresión y dolores de cabeza.

En la juventud, problemas intestinales y menstruales.

En la madurez y vejez, dolores artríticos y osteoporosis.

Todos estos trastornos de salud pueden deberse a una misma causa: intolerancia a los lácteos. No es lo mismo intolerancia que alergia, pues existen personas alérgicas a la lactosa, que no tiene nada que ver con la intolerancia a las proteínas de la leche de vaca.

Otra diferencia entre la leche humana y la de vaca está en la composición de sus ácidos grasos. En la leche de vaca, así como la de otros mamíferos, predominan los ácidos grasos saturados, representando el 66% de su contenido total de grasa; en cambio, en la leche humana existe una proporción equilibrada : 48% de ácidos grasos saturados, 40% de monoinsaturados y 12% de poliinsaturados. Esto es importante ya que los ácidos grasos insaturados son esenciales para el desarrollo y maduración del sistema nervioso del bebé.

El total de minerales de la leche de vaca (0,7%), es casi cuatro veces mayor que el de la leche humana (0,2%), lo que es significativamente importante porque resulta ser una sobrecarga para los riñones del lactante que es alimentado con leche de vaca. La leche de vaca contiene casi 7 veces más Potasio y 4 veces más Calcio que la humana, lo que conlleva un estímulo permanente de las glándulas paratiroideas y, en consecuencia, una excreción urinaria del exceso de fósforo (lo que podría ser responsable de las tetanias neonatales que ocurren en la primera semana de vida).

De todo esto sacamos en claro que no hay comparación entre la leche materna y leche de vaca, sobre todo cuando estamos hablando de nutrición en los primeros meses de vida.

Si por alguna razón el niño no puede ser amamantado, y la leche de fórmula fuese nuestra primera opción, deberíamos tener en cuenta todo lo anterior y:

-La gran diferencia de ácidos grasos: estos ácidos grasos no los pueden añadir a la leche de fórmula porque se oxidan inmediatamente y además al calentar la leche (procesos de UHT) los ácidos se vuelven saturados.

-El intestino del bebé no digiere bien las proteínas lácteas; no debemos sobrecargar aún más su intestino, ni su hígado, ni sus riñones con más proteínas de lenta o difícil asimilación: proteínas animales (carnes rojas, yogures, queso, mantequilla, huevos), y deberíamos complementar su dieta con algo de pescado y carne magra, y proteínas vegetales a partir del año (legumbres).

-Tiene carencias de metionina y cisteína, dos aminoácidos esenciales en la desintoxicación hepática. El síntoma de carencia más habitual de estos aminoácidos son infecciones pulmonares de repetición, con excesiva formación de moco que tapona el sistema linfático. Este moco se añade al moco que crea el intestino como defensa ante la caseína, por lo que en general son niños “mocosos”. Todo esto bloquea la absorción intestinal y congestiona el sistema respiratorio.

-Puede tener una reacción alérgica a alguna proteína, que se puede manifestar como mucosidad, asma, dermatitis o incluso artritis.

-El bebé engorda y crece más rápido de lo que sería fisiológico en él, pudiendo desarrollar resistencia a la insulina y en el futuro diabetes, ovarios poliquísticos, terrores nocturnos, hiperlipidemias, hipercolesterolemias, obesidad, diferentes tipos de cáncer, etc

-Por la ausencia de Inmunoglobulinas A de la leche materna, tendrán más posibilidad de coger infecciones: se recomienda Pre y pro bióticos, vitamina C y betaglucanos.

-Los niños tendrán déficits de vitaminas B que se puede paliar con suplementos nutricionales.

Si la problemática del bebé es muy evidente en relación a la leche de fórmula: dermatitis, bronquitis de repetición, neumonías, asma, insomnio, estreñimiento, etc., se recomienda darle leche de soja de fórmula, que se vende en farmacias.

En cuanto a niños, jóvenes y adultos, como sustitución de los productos lácteos son recomendables los productos de soja y la leche de arroz y avena. No hay que tener miedo a una posible carencia de calcio cuando se eliminan los productos lácteos de la dieta. La leche es alta en este mineral pero baja en magnesio (indispensable para ayudar en la absorción del calcio en los huesos). Los mejores alimentos ricos en ambos minerales son los vegetales verde oscuro, apio, col, brócoli, nabos, soja, higos y ciruelas secas, harina de algarroba, olivas, algas, frutos secos y semillas.

Además de todo el calcio que contiene la leche de vaca solo absorbemos un 15% aproximadamente. ¡Aunque suene raro, absorbemos mucho más calcio de una ramita de perejil!